Sentirse realizado en el trabajo es una de las mayores aspiraciones que tiene el ser humano y son pocos los que llegan a conseguirlo.
Para ello, es necesario cumplir con una serie de condiciones, entre las que se encuentra realizar una actividad profesional que nos apasione y encontrar un sentido profundo a nuestro esfuerzo.
Este post tiene el objetivo de indicar la manera de poder conseguir sentirnos realizados profesionalmente en nuestro trabajo.
¿Qué es la realización profesional?
¿Conoces a alguien que se sienta feliz con su trabajo? Es posible que te hayas encontrado alguna persona que te haya dicho algo así como “me encanta mi trabajo” o “mi trabajo me llena”.
Es en ese momento cuando nos damos cuenta de que estamos frente a una persona realizada profesionalmente.
Estas personas tan afortunadas suelen ser aquellas que se levantan cada día con una sonrisa para ir a trabajar. Para ellas, el trabajo no supone un suplicio y están contentas con las funciones que desempeñan y con el motivo por las que las hacen.
Aquellos que se sienten realizados en su trabajo encuentran un porqué profundo que da sentido a su esfuerzo. Son individuos cuya motivación va más allá del aspecto económico o las comodidades que su profesión les pueda ofrecer.
Para ellos el regocijo no se limita a la meta, sino que disfrutan del simple proceso.
Cuando hablamos de realización profesional hemos de tener en cuenta que ésta forma parte de la realización personal y que está representada como la cúspide de la pirámide de las necesidades humanas del psicólogo Abraham Maslow.

Este sentimiento de realización es una de las aspiraciones humanas más elevadas y corresponde al desarrollo de nuestro potencial humano.
El desarrollo del potencial no es algo propio y exclusivo del ser humano. Todo ser vivo busca llegar a su máxima expresión. Al desarrollo máximo de sus capacidades.
Las plantas se esfuerzan por florecer, los árboles por crecer altos y los animales por volverse grandes y fuertes. Desde una hormiga hasta un elefante. Desde una hierba hasta una secuoya.
El objetivo de cualquier ser vivo es alcanzar su máxima expresión y evolución. Y el ser humano florece cuando desarrolla sus capacidades, habilidades y dones.
¿Qué se necesita para sentirse realizado profesionalmente?
Uno de los principales requisitos que necesitamos para poder sentirnos realizados en nuestro trabajo es la pasión. Es decir, hacer algo que nos guste, que nos apasione, para poder desarrollar al máximo nuestro potencial humano.
Sentirse realizados no es una tarea sencilla. Y el primer punto de partida es poder dedicarnos a nuestra pasión y que nos permita cumplir 2 situaciones:
- Poder vivir de ello. Para poder alcanzar la cúspide de Abraham Maslow desde el punto de vista profesional necesitamos de un medio de vida que nos permita satisfacer las primeras necesidades de la pirámide.
- Desarrollar nuestro potencial humano. Es decir, movernos hacia la cúspide de la pirámide y desarrollar nuestras capacidades, habilidades y dones.
Para poder desarrollar nuestras capacidades, habilidades y dones todo ser humano necesita de tiempo, dedicación, esfuerzo, interés, preparación, motivación… que difícilmente podemos tener si no realizamos un trabajo que nos guste.
Por contra, trabajar en aquello que nos apasiona nos permite tener la motivación suficiente para poder dedicar el tiempo, esfuerzo y recursos necesarios a nuestra tarea, lo que nos lleva al desarrollo de nuestro potencial humano y a sentirnos realizados en nuestro trabajo.
En muchas ocasiones esto implica cambiar de profesión y reinventarnos profesionalmente en nuestra pasión. Es decir, abandonar nuestra profesión para dedicarnos a una nueva que realmente nos guste.
La mejor manera para poder empezar a reinventarnos profesionalmente es completando nuestro Ikigai.

Ikigai es un término japonés que puede ser traducido como “tu razón de ser” y corresponde a la intersección entre 4 áreas. Pasión. Propósito. Profesión. Vocación.
Completar nuestro propio Ikigai implica que trabajar en nuestra pasión tiene que permitirnos poder vivir de ello, desarrollar nuestras habilidades, capacidades y dones, y tener una finalidad elevada que nos dé sentido y significado. Es decir, un objetivo elevado que nos aporte no sólo a nosotros mismos, sino a los demás y al mundo. En el momento en que tenemos claro qué hacer y porqué queremos hacerlo es cuando sentimos una verdadera motivación que nos anima a dejar atrás nuestra zona de confort y desarrollar nuestro potencial humano.
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Sentirse realizado profesionalmente es una aspiración que pocos deciden alcanzar, y que corresponde con el desarrollo de nuestro potencial a través de nuestra pasión. Es decir, trabajando por perseguir nuestro Ikigai.
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