Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche es probablemente uno de los filósofos más polémicos. A sus espaldas se le han cargado ideas elitistas, antisemitas, anarquistas, paranoides, irracionalistas… muchas de ellas derivadas de la intencionada interpretación de los conceptos del superhombre y de la Voluntad de Poder.

En este post, se hablará de la filosofía nietzscheana, en aras de arrojar algo de luz para una mayor comprensión de sus ideas.

Dios ha muerto

En contra de lo que pueda pensar el lector a simple vista, Nietzsche, en su famosa frase «Dios ha muerto», no pretende explicar las razones sobre las que se sustenta el creciente ateísmo de su época.

El filósofo, mediante tal afirmación, quiso poner de manifiesto la pérdida de fe cristiana de sus contemporáneos. El declive de la teología y el pensamiento religioso. Es decir, el hito histórico de la muerte de Dios.

La religión cristiana, como cualquier otra religión, siempre ha servido como estructura principal sobre la que sostener la mentalidad y la moralidad de las sociedades. De esta forma, los individuos tenían una guía sobre la que conducir sus actos. Bueno y malo, justo e injusto, pecaminoso y virtuoso, quedaban claramente definidos y establecidos.

Por otro lado, el cristianismo desarrolló un sistema premio – castigo (cielo – infierno) que sirviese de aliciente no sólo para que los individuos guiasen sus acciones hacia la moral previamente constituida, sino también para que actuase sobre sus conciencias.

Sin embargo, a pesar de dichos sistemas de control, el cristianismo fue perdiendo fuerza progresivamente a partir del XVI, tras la publicación del De Revolutionibus Orbium Coelestium por Nicolás Copérnico.

Ciencia vs fe

Debemos tener en cuenta que todo el pensamiento cristiano se basaba en la teoría geocéntrica de Ptolomeo (siglo II), por la cual la Tierra no se movía y ocupaba el centro del universo, elevando al ser humano como la principal criatura de la Creación.

Sin embargo, Copérnico desafió la mentalidad de la época mediante su teoría heliocéntrica, por la cual la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol. Posteriormente, en los tiempos de Descartes, el cristianismo ya comenzó a ponerse en entredicho. Para Nietzsche, la muerte de Dios implica la desaparición de los criterios de orientación moral con la que conducimos nuestros actos. Ya no existe un cielo que ganar y un infierno que temer. Ya no existe un referente moral sobre el que guiar las acciones. Por tanto, bueno y malo dejan de tener sentido.

Entonces, si Dios ha muerto, ¿Qué serviría al hombre de referencia moral para poder conducir sus acciones?

Nietzsche: «El hombre es algo que tiene que ser superado»

Nietzsche encuentra la solución al problema de la muerte de Dios en su idea del superhombre (Übermensch). El término superhombre no hace alusión a un héroe, a un ser humano provisto de poderes especiales, sino que se refiere a un estado superior del hombre. Una traducción más precisa podría ser la de sobrehumano.

El superhombre Nietzscheano es la expresión máxima de autonomía personal, libre de los prejuicios morales del cristianismo y de su época. Él es el único regidor de su vida. Él es el único conquistador de su moral y de su conciencia. Los valores por los que guía sus actos son creados por sí mismo y lo único que tiene en cuenta es su propia voluntad.

En su famosa obra Así hablo Zarathustra, el filósofo explica la trasformación en superhombre mediante una metáfora con tres animales. El camello, el león y el niño. El camello es un animal que vive soportando la pesada carga de la moralidad de Dios y de las normas que guía sus actos a través del “deber”. Posteriormente el camello se llegará a convertir en león, un animal fuerte y poderoso que es capaz de actuar conforme a su voluntad, pues guía sus actos a través del “querer”. Y Finalmente, el león se transformará en niño, que, a diferencia del león, es capaz de ser creativo para desarrollar nuevos valores y mantiene una actitud de “jugar” para con la vida.

Nietzsche y la voluntad de Poder

No obstante, según nos dice el filósofo alemán, alcanzar el nivel superior del hombre no es tarea sencilla. La clave reside en la Voluntad de Poder.

La Voluntad de poder es el impulso vital que tenemos todos los seres por crecer y florecer. Es la actitud de querer desarrollarse. Es decir, la voluntad de desear alcanzar la trascendencia mediante la afirmación de uno mismo.

Dada la originalidad de los pensamientos Nietzscheanos, el lector puede habérsele ocurrido algunas preguntas como, por ejemplo, ¿Cómo sería una sociedad de superhombres? ¿Cómo podríamos vivir si cada uno tiene sus propios conceptos sobre el bien y el mal? O ¿Es posible realmente ser libres de todo tipo de condicionamiento moral?

Lamentablemente Nietzsche no da muchas pistas sobre estas cuestiones. Esto lo deja en manos de los superhombres, pues como él indica, todavía ninguno ha pisado la faz de la Tierra.

«Un filósofo para todos y para nadie»

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