Todos hemos oído hablar del Mindfullness. Un término (en inglés siempre queda más cool) que está de moda. Unos dicen que es una especie de meditación en la que te concentras en la respiración. Otros que es una filosofía de vida, llegando incluso a crear auténticas culturas del Despertar.
En este artículo damos respuestas a las incógnitas que nos plantea la misteriosa palabra Mindfullnes y los beneficios que podemos extraer de esta práctica milenaria.
Sus inicios
Debió ser una mezcla de curiosidad y misticismo lo que atrajo a Jon Kabat – Zinn a interesase por el mundo Zen tras una charla del maestro budista Philip Kapleau, en la Universidad Tecnológica de Massachusetts. En esos momentos era tan sólo un estudiante de biología molecular, pero su continuo interés por la sabiduría budista le llevó a investigar su extraña y exótica filosofía en el campo de la medicina, creando posteriormente la técnica Reducción del Estrés basada en la Atención plena.
Jon fue progresivamente absorbiendo todo tipo de ideas y conocimiento, hasta que se encontró con el término sánscrito de Sati, que hacía referencia a la concentración voluntaria de vivir la experiencia del momento presente. Una manera de experimentar la vida que quiso extender y comunicar, acuñando así el término Mindfullness.
¿Qué es el Mindfullness?
Seguro que en más de una ocasión te has encontrado estando y no estando en un lugar o haciendo alguna tarea. Alguien te está contando una historia y de repente tu mente se deja arrastrar por el flujo continuo de diferentes pensamientos. O tal vez estés degustando un delicioso pastel cuando inesperadamente te sorprendes a ti mismo pensando en tu trabajo. O quizás hayas decidido leer un rato un buen libro y sin darte cuenta tu mente empieza a repasar la lista de la compra, mientras continuas leyendo…
Ni aquí ni allá. Ni en una cosa ni en la otra. Aunque tampoco estamos fuera. Nos encontramos en un punto intermedio donde no somos del todo conscientes de lo que estamos haciendo.
No obstante, lo perjudicial de este estoy, pero no estoy, es que muchas veces nos quedamos atrapados en pensamientos preocupantes, obsesivos y destructivos al pensar en cosas que ya han pasado o en cosas que aún no han ocurrido.
El rencor, la tristeza, la decepción, el odio, la envidia… todas estas emociones vienen del pasado. Las preocupaciones, el deseo ansioso, los celos, el pesimismo… todas vienen del incierto futuro.
De esta forma, el Mindfullness aboga por el esfuerzo de mantenernos en un estado de atención en el momento presente como forma de evitar caer en la espiral destructiva de pensamientos negativos anclados en el pasado o en el futuro. Además, vivir el aquí y el ahora, trae consigo la aceptación de las cosas tal y como son. Sin alteraciones ni deformaciones. Sin la manipulación emocional. El Mindfullness nos dice: la realidad simplemente es.
Por tanto, su práctica no puede estar limitada a exclusivamente a cuando nos sentamos con los ojos cerrados. Sino que hay que extenderla para practicarla en varios de los momentos del día a día.
Los 4 grandes beneficios del Mindfullness
La práctica de la concentración en el momento presente tiene una serie de beneficios que nos ayudan a saber llevar nuestros problemas de una mejor manera. Los beneficios que podemos obtener son:
- Ayuda a la gestión emocional. El aquí y el ahora nos da la oportunidad de saber autorregular nuestras emociones.
- Reduce el estrés y la ansiedad al reducir los niveles de cortisol.
- Desarrolla la capacidad de concentración. El Mindfullness nos permite desarrollar las zonas cerebrales correspondientes a la Red Neuronal Orientada a Tareas, encargada de la atención y la concentración.
- Desarrolla la inteligencia Intrapersonal. Tomar conciencia del momento presente nos permite conocer nuestras emociones y pensamientos, lo que nos lleva a mayores niveles de conocimiento de uno mismo.
Dado por concluida la finalidad de este artículo, sólo queda decir que el Mindfullness es una de las grandes aportaciones orientales al mundo occidental. El aquí y el ahora ha venido a rescatarnos para ayudarnos a poder digerir mejor los acontecimientos de la vida. Su propagación se debe en parte por la creciente necesidad de aprender a gestionar nuestras emociones y pensamientos en un mundo cada vez más incierto, pesimista, estresante y hostil.
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