El Ego es uno de los temas más frecuentes que pueden verse en el mundo de Desarrollo Personal. Sin embargo, este concepto no es nuevo, sino que data de cientos de años atrás. El budismo lo conoce como uno de sus tres venenos mentales (La ignorancia del Aferramiento Propio) y es la principal causa de nuestra infelicidad.
Conocerlo y saber cómo actúa es necesario si queremos vivir en paz con nosotros mismos y llevar una vida feliz.
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La Cháchara, la Charlatana, la Gritona, la Voz… todas ellas son maneras diferentes de expresar el mismo concepto, el Ego. Y todas ellas hacen referencia a las voces que operan dentro de nosotros a través de pensamientos y emociones. Estas voces nos condicionan y nos limitan, ya que afectan enormemente a cómo vivimos.
Pero, ¿Qué es exactamente el Ego?
Es lo que llamamos nuestro falso Yo. O nuestra falsa identidad. Como si dentro de nosotros habitasen dos personalidades diferentes. Una es la verdadera, nuestra Esencia, también conocida como el Ser, y la otra es falsa, el Ego.
El Ego se manifiesta cuando nosotros nos identificamos errónea e inconscientemente con pensamientos y emociones negativas. Es decir, que el Ego provoca que nos fundamos con pensamientos y emociones como el odio, la desesperación, la negatividad, etc. Y como consecuencia acabamos pensando, sintiendo y actuando bajo el efecto de esas emociones y pensamientos negativos.
Pensemos cuando en alguna situación alguien nos habla mal o nos insulta. De forma casi automática, podemos llegar a sentir hervir nuestra sangre mientras la rabia se apodera de nosotros. Nos sentimos transgredidos y ofendidos y la ira comienza a tomar las riendas de nuestros pensamientos, sentimientos y actos.
El problema no es que alguien nos haya hablado mal o nos haya insultado, sino cómo nosotros hemos recibido en insulto. El Ego ha provocado que nos fundamos con la rabia. Que nos identifiquemos con la ira. Al final, nos hemos enfadado y hemos dejado de estar bien. ¿O conocéis a alguien que esté feliz enfadado?
“Aferrarse a la ira es como beber veneno y esperar que la otra persona muera.”
Esto no quiere decir que no tengamos que defendernos. Pero de lo que se trata es de hacerlo siempre desde una actitud diferente, sin permitir que nadie nos robe la felicidad.

Lo expuesto arriba es tan sólo un ejemplo de las innumerables situaciones que nos pueden ocurrir diariamente. A menudo nuestra mente del Ego se identifica con el odio, la tristeza, el rencor, el miedo, la decepción, la apatía, la frustración… y así vivimos los días, envueltos en un torbellino de emociones mientras por dentro nos sentimos inquietos y perturbados.
El Ego nos somete constantemente a vivir diferentes emociones y estados de ánimo negativos, que afectan directamente a nuestro Dialogo Interior.
A veces, el Ego hace que nos identifiquemos con el miedo y empezamos a escuchar esa voz (nuestro Diálogo Interior) dentro de nosotros en forma de pensamientos que nos dice que no somos capaces, que no podemos hacerlo, que es imposible…
Otras veces, el Ego provoca que nos fundamos con la tristeza, y nos dice que no podremos encontrar a alguien igual de maravilloso, o que nunca llegaremos a confiar en alguien…
Para poder solucionar muchos de nuestros problemas y vivir una vida en paz y feliz, tenemos que hacer un esfuerzo por combatir a nuestro Ego.
Quienes están sometidos por el Ego viven siempre revueltos por dentro. Se ven a sí mismos como seres independientes que viven en un mundo hostil y agresivo, sin conectar con otras personas. Su día a día se convierte en una lucha, pues para ellos la vida consiste en vivir rodeados de otras mentes de Ego que son una amenaza y que intentará manipular para su propio beneficio. Estas personas difícilmente pueden estar bien o ser felices.
Para poder solucionar muchos de nuestros problemas y conseguir ser felices, tenemos que hacer un esfuerzo por combatir a nuestro Ego.
Hoy en día conocemos diferentes formas para poder hacerlo. Una de las más importantes es la que mencionó Buda en el parque de los Ciervos, en la ciudad de Sarnath, India. Allí, hace aproximadamente 2500 años, Buda habló de Sati, una palabra sánscrita que en castellano podríamos traducirla como Atención Plena o Presencia, y en inglés como Mindfullness.
Esta antigua enseñanza budista es una de las mejores formas para aprender a gestionar nuestros pensamientos y emociones manteniendo a raya al Ego. Es una de las mejores prácticas para trabajar en nuestro Diálogo Interno.

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