¿Cuáles son los ingredientes del éxito? Para conseguir grandes metas es necesario esfuerzo, motivación, coraje, persistencia, creatividad, flexibilidad, tolerancia a la frustración… sin embargo, olvidamos que el éxito es la materialización de lo ya trabajado, y que por tanto por sí mismo no puede traernos las características anteriormente mencionadas. Entonces, ¿Qué es aquello que nos proporciona las fuerzas necesarias para alcanzar el éxito?
La pasión
Antes de comenzar a adentrarme en profundidad sobre este tema se me hace indispensable hablar de la diferencia entre pasión y vivir apasionadamente. Lo primero hace referencia a las actividades que nos encantan y disfrutamos con ellas. Son tareas con las que nos sentimos motivados y llenos de energía. Al hacerlas sentimos cómo nuestras habilidades se desarrollan y mostramos un gran interés por aprender más y más sobre ellas.

Sin embargo, cuando hablamos de vivir apasionadamente hacemos alusión a la actitud que decidimos elegir a la hora de vivir. Es la manera que tenemos de experimentar la vida con alegría, ilusión y optimismo. A continuación, seguiré hablando del tema principal de este artículo. Los ingredientes del éxito.
¿Por qué la pasión nos ayuda a conseguir el éxito?
“La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces” Steve Jobs.
Porque solamente cuando amas lo que haces puedes obtener las energías necesarias para conseguir resultados excepcionales. Para alcanzar el éxito hace falta ir más allá de lo ordinario. Hay que trabajar para alcanzar lo extraordinario. Y para ello, es necesario desplegar una serie de energías (persistencia, motivación, paciencia, compromiso, optimismo…) que actúen como fuerza propulsora y nos ayuden a no rendirnos ante el miedo, las dificultades o la falta de resultados.
Esas energías son traídas cuando hacemos lo que nos apasiona. ¿Cómo si no Leo Messi pudo continuar cuando los expertos le comunicaron que dejase de jugar porque se iba a romper? ¿Cómo sino Walt Disney continuó con sus sueños cuando fue despedido por el periódico en el que trabajaba por falta de imaginación y de ideas?
Y es que tenemos la costumbre de ver a las personas que admiramos resplandecer por el éxito. Es lo que Robin Sharma denomina el efecto cisne. Vemos solamente su luz. Pero no vemos las incontables horas de dedicación y esfuerzo que hay detrás, la frustración por la que han pasado, los riesgos que han asumido o los numerosos errores que han cometido.
El propósito
¿Y si tu pasión estuviese más allá de la vanidad? ¿Y si hubiese una causa más elevada por la que merece la pena luchar que simplemente por el disfrute?
¿No tenía acaso Martin Luther King el propósito de ayudar a sus congéneres incluso a riesgo de perder su vida? ¿No tenía el objetivo Thomas Edison de mejorar la calidad de vida de sus contemporáneos gracias a útiles inventos y esto le proporcionó una persistencia implacable? En palabras del inventor: “No fracasé, sólo descubrí 999 formas de no hacer una bombilla”.
El propósito es la razón que nos permite llegar al límite de nuestras fuerzas. Es aquello que nos impulsa a avanzar cuando se ha perdido toda esperanza. Es la respuesta a la gran pregunta del para qué. El propósito es el principal alimento de la pasión y el camino a la autorrealización y la plenitud.
Al descubrir nuestro propósito, tomamos consciencia de que nuestros esfuerzos van dirigidos bien a ayudar a los demás directamente, o bien a ayudar a los demás indirectamente, ayudando a mejorar este mundo.
Es en esos momentos cuando realmente nos sentimos conectados con nosotros mismos, con nuestro mundo y con los demás.
En esos momentos cuando nos damos cuenta de nuestro papel en el mundo.

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