Encontrar nuestra misión es una de las tareas más complejas que tenemos los seres humanos. El propósito, difícil de ver y de atrapar, se nos presenta como algo lejano y escurridizo. Para poder descubrirlo, será necesario que nos embarquemos en un viaje interior en que llegaremos a conocer:
- Qué habilidades, dones y capacidades tenemos.
- Cuáles son nuestros mayores intereses.
- Cómo funciona y está estructurada nuestra mente.
- Qué creencias nos limitan.
- Los valores que nos definen.
Todo ello da forma a nuestra identidad y nos ayudan a saber el papel que tenemos en el mundo. Es necesario saber quién eres, para saber quién quieres ser.

Por norma general, llega un momento en nuestras vidas en que sentimos que no estamos en el lugar que nos pertenece. Sin entender muy bien porqué, llega un día en que la vida se nos torna apática, sin sabor y angustiosamente vacía. Algunas veces el desencadenante es una situación concreta, como un despido o la independencia de nuestros hijos. Otras veces, es un proceso lento y tedioso que nos lleva a plantearnos si lo que hacemos en verdad nos realiza.
Como consecuencia, esas preguntas que empezaron siendo vagos susurros comienzan ahora a atormentarnos de forma clara y audible. ¿Qué estoy haciendo? ¿Cuál es mi misión? ¿Qué sentido tiene mi vida?… nos grita el alma. Atravesamos por lo que se conoce como crisis existencial.
“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a uno mismo”
William Shakespeare
Para poder responderlas tenemos que realizar un viaje interior. Conocerse forma parte de la primera etapa. Es necesario iniciar la travesía por el desierto de nuestro Yo. Durante esa travesía podremos conocer diferentes aspectos de nosotros mismo
- Capacidades y habilidades. Identificaremos los dones y talentos que tenemos, es decir, aquello que se nos da realmente bien.
- Los intereses que tenemos, lo que nos hace realmente vibrar y de lo que estaríamos dispuestos a aprender y a realizar durante horas y horas sin importarnos tanto el tiempo ni lo que obtendríamos.
- Cómo funciona nuestra mente. Saber cómo es nuestro cerebro. ¿Somos personas muy creativas? ¿Somos además racionales? ¿Desorganizados quizás?
- Las creencias que nos limitan, esos pensamientos fuertemente arraigados en nuestra psique que nos impiden seguir adelante.
- Finalmente, conoceremos nuestros valores. Aquello que es parte de nuestro sello personal. Lo que nos da forma y nos define. Aquello que va intrínseco en nosotros y que nos expresa como personas únicas.
Conocernos a un nivel profundo nos permitirá identificarnos más sabiamente en nuestro propio espejo interior. La imagen borrosa de nosotros mismos que veíamos al principio será poco a poco siendo sustituida por una más clara y nítida. La imagen con la que nos sentimos identificados.
De esta forma, tomamos conciencia de nuestra identidad. A partir de aquí, sabiendo realmente quiénes somos, podemos seguir avanzando. Si continuamos escarbando, podremos descubrir la verdad oculta dentro de nosotros que nos revelará quién queremos ser. Nuestro Yo ideal. Entonces, habremos encontrado nuestro propósito. Nos sentiremos plenos y satisfechos, y habremos devuelto a la vida sus maravillosos colores.
Sin embargo, no todo termina en este punto. Para alcanzar nuestro Yo ideal tendremos que encaminarnos hacia nuestro propósito. Ese camino puede ser largo y lleno de dificultades. Pero lo que es seguro, es que será fascinante.
Cuando nos dispongamos a perseguir nuestro propósito, no debemos olvidar obtener diferentes recursos. Sin duda algunos como la valentía, la determinación, el optimismo y la perseverancia nos serán muy útiles en la persecución de nuestros sueños.

Este viaje comienza con el encuentro de uno mismo. El autoconocimiento es la llave maestra que abrirá la puerta de nuestro Yo más profundo. Detrás de esa puerta está nuestro propósito. Sólo tienes que mirar hacia dentro.
Deja una respuesta